Es festivo en Galicia. Una jornada singular porque se celebra el Dia de las Letras Gallegas. Las horas se consagran a un escritor en la lengua propia del país. No hay otra celebración similar en el mundo. Pero el reverso de toda fiesta es la basura que genera. Dudo entre llevar o no llevar mis queridas inmundicias al contenedor porque desconfío de que haya recogida. El escritor Saul Bellow narra en el libro Todo cuenta su llegada a París en 1948. Alquila un apartamento en el centro a una señora. Bellow pregunta que debe hacer con la basura. La señora se irrita: "Basura? En París a nadie se le ocurre hacer semejante pregunta. La basura no es cosa suya". Spike Lee comentó alguna vez que en su barrio de la infancia, Brooklyn, la basura tampoco era un asunto del que se ocuparsen los vecinos. «Ni siquiera se recogía todos los días», reconocía el director en unas declaraciones contra la gentrificación del distrito neoyorquino en el que creció. Gentrificación es un término rescatado del Renacimiento inglés por los urbanistas de los años 90. Gentry era la baja nobleza con aspiraciones. Gentryfication se refiere al proceso de okupación de ricos en el casco urbano asentado por obreros desde generaciones atrás. Spike Lee se indignó al comprobar que el asentamiento de blancos en el distrito negro de Brooklyn determinó que «hubiera mejores escuelas, más protección policial y la basura se recogiera a diario». Como le reprochó la propietaria parisina a Saul Bellow: "Basura no es una palabra elegante". Tampoco le ofreció un vocablo alternativo.

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'BASURA' NO ES UNA PALABRA ELEGANTE

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