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El SÉPTIMO DE CABALLERÍA
18 avril 2016

EL PERÍMETRO DEL AMOR

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Esta tarde, al despertarme, salí a enderezar las piernas por mi barrio de la infancia, O Xardín, en Ribadeo. Ya nunca será un barrio de infancia porque aplastaron mi casa, A Casa do Gato para elevar en verde uno de esos monumentos cínicos a la vejez que son las residencias de ancianos. A nadie le importan las personas que están dentro. La planta del edificio es el perímetro del amor que pueden recibir. Estar tarde, decía, soleaba con indecisión, pero mis vecinas salieron de sus arcas de Noé tras la semana de lluvias para festejar la vida y pasear a sus perrillos, esos animales que corretean a saltitos hasta que se les acaban las pilas. Las señoras se enseñorean de los jardines en bata de casa porque el barrio es su cuarto de estar desde que eran niñas. La Presleyr no fue niña. La desprecian con ensañamiento porque era traductora  y dio en matrimoniar con un empresario ribadense que vendía algas a las farmacéuticas japonesas. Los maridos de las señoras embatadas se fueron a ver el fútbol al bar de la mulata ancha. Esa camarera revive sus adolescencias. Amarcord. Cuando regreso a las caballerizas, con el cielo ya de color Coca Cola, una chiquita enganchada, con la gorra tapando el sol de la nuca y más años que dientes, negocia con un inquilino de la residencia. Lo reconozco, pero no lo saludo por pudor. Fue un pulcro revisor de Renfe. Ella quiere dinero para comprarse aguante y él quiere sexo para aguantar el último tramo de la vida, el más desolado. Hablan de placer, pero es una mascarada para hablar de amor, para negarse la soledad mutuamente. El viejo ferroviario le describe a la joven prostituta el intenso brillo que llenó su corazón con el primer amor. Estaba tan ciego que no veía los contornos de la luz. También le revela que el matrimonio le fue mostrando que el amor es un callejón sin salida, que la entrega nunca puede ser absoluta, que el tiempo desmiente que se pueda poseer cada pedacito de piel ajena. El viejo pide a la muchacha que finja un amor a borbotones, un manantial que revienta. El pobre unicamente busca que el amor corra otra vez por sus venas.

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J
La vida es triste
M
Qué pena! No?
El SÉPTIMO DE CABALLERÍA
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